Mientras gira y gira sobre sí misma, convertida en un tornado, grita su nombre una y otra vez, grita Scott y Scott y Scott, grita de dolor, de pérdida, grita para hacer que vuelva, que vuelva por favor. Nada de "todo sigue igual" nada es igual sin él, le odia, le echa de menos, hay un agujero enorme en ella, un viento más frio que el que soplaba en Yellowknife sopla a través de ella, el mundo está tan vacío y tan desprovisto de amor que no hay nadie en él para gritar tu nombre y traerte de vuelta a casa.
Por fin coge la pantalla del ordenador instalado en el rincón de los recuerdos, y su espalda emite un crujido de advertencia cuando lo levanta, pero a hacer puñetas su espalda, las paredes se mofan de ella, y ella está furiosa. Se da la vuelta torpemente con la pantalla en las manos y la arroja contra la pared. Se oye un golpe hueco, y de repente se hace el silencio.
No, fuera cantan los grillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario